20 junio 2014 / por Newfield Consulting
“La transformación del sistema tenemos que hacerla en tenaza, transformando los componentes y transformando el sistema como tal, y por eso nosotros trabajamos en los tres sistemas que creemos fundamentales en el mundo de hoy: empresa, Estado y educación”
Hace unos días tuvimos la oportunidad de hablar con Rafael Echeverría, creador del coaching ontológico, autor de la tesis de La ontología del lenguaje y propulsor de la Programación Neurolingüística alrededor del mundo.
Newfield es una empresa de formación ontológica, forma coaches ontológicos.
Y es también una empresa de consultoría, fundamentalmente en tres áreas. Un área de empresa, que es quizás la más desarrollada; un área donde trabajamos en educación, ya sea con gestores educacionales, directores de escuelas y el personal que lo acompaña en la gestión escolar; y tenemos una tercera en importante, que es trabajar con el Estado.
Entonces, Newfield Consulting, para sintetizarte, es una empresa con múltiples funciones, una en el campo de la formación ontológica, y muy específicamente de coaching ontológico y en el campo de la consultoría en los distintos países en los que estamos. Somos una red internacional, estamos formalmente en ocho países, tenemos representantes en muchísimos más, estamos en España, Estados Unidos, México, Brasil, Argentina, Chile, Colombia, Perú, y tenemos una fuerte actividad en Venezuela, en Centroamérica, hemos hecho trabajo en Ecuador, etcétera.
Tenemos dos programas básicos de formación de coaches ontológicos de nivel básico.
Uno es el ABC, The Art of Business Coaching, que se da en el hemisferio norte.
Simultáneamente estamos haciendo otro programa para el hemisferio sur, es un programa que dura 10 meses y que esos programas son abiertos a los países del hemisferio norte uno y del hemisferio sur el otro.
Y tenemos, además nuestro programa de formación de coaching ontológico avanzado y es un programa que damos una vez cada dos años que integra a los graduados de nuestra escuela, no importa de dónde vengan y eventualmente de escuelas que evaluamos nosotros que tienen un nivel de formación equivalente, similar y que podemos darles la nivelación que les hace falta.
Es un programa para coaches ontológicos ya certificados, es para gente que se ha formado en la vertiente ontológica. Es un programa profundo, de importante transformación personal y rediseño de vida, enseña un coaching mucho más profundo y tiene todo un módulo de investigación ontológica. El egresado del programa tiene que hacer una suerte de tesis, una investigación hecha desde la perspectiva ontológica.
Es un programa que es muy demandante, hay una profundización teórica muy fuerte, hay un desarrollo muy acelerado de las competencias de coaching ontológico. La gente sale con una formación muy sólida, de mucha práctica de coaching supervisada, evaluada, retroalimentada y con toda una metodología del coaching ontológico.
Yo creo que en el caso nuestro, yo estoy muy identificado con lo que hemos hecho, muy orgulloso de lo que hemos hecho, yo creo que en el mundo no hay una opción de coaching con el nivel de profundidad, tanto en sus resultados como en sus sustentos conceptual, como es el coaching ontológico.
Newfield tiene tres principios básicos, digamos, son los lemas de nuestro escudo: rigor, efectividad y ética, que son tres elementos en los cuales hemos invertido muchísimo.
Profundizamos en filosofía, trabajamos bastante a fondo lo que es la filosofía de Nietzsche y durante el programa profundizamos en cuatro corrientes de sentido que conforman al ser humano occidental, que son los egipcios, griegos, judíos y cristianos, que son cuatro visiones diametralmente opuestas del mundo y estuvimos trabajando en lo que son esas concepciones.
Es un programa de una solidez conceptual muy fuerte y para ser coach ontológico tienes que tener esas raíces conceptuales fuertes sobre estas cuatro corrientes que yo te hablaba y hay un libro mío, que se llama justamente Raíces de Sentido, que es un texto hecho para el programa avanzado.
Fundamentalmente en dos cosas, en haber lanzado al mundo un nuevo discurso sobre el fenómeno humano, cuyo nombre yo le puse Ontología del Lenguaje, que se encuentra expresa- do en mi primer texto.
El lanzamiento de este nuevo discurso sobre el fenómeno humano pone en cuestión la forma como se concibió al ser humano durante 25 siglos y que plantea la necesidad muy urgente de avanzar hacia un discurso distinto para enfrentar la profunda crisis en el dominio de la ética, hoy en día estamos enfrentando.
Tiene como su principal influencia la filosofía de Nietzsche, pero se nutre de Heidegger, de Buber,de la filosofía del lenguaje, de los avances en la biología y de muchos desarrollos propios, y que es un discurso articulado, integrado, coherente, que reivindica el rigor como un elemento muy importante que sale académicamente con esta oferta y a disputar, a recibir críticas, a responder a la crítica, y esa es la principal contribución.
El discurso se caracteriza en oposición al programa centrado en la noción metafísica que viene de Parménides y de Sócrates, Platón, Aristóteles, de Santo Tomás, etcétera, de que el ser es inmutable y el ser es homogéneo, plantea una cosa exactamente opuesta, tenemos que entender al ser humano en una perspectiva que coloca el énfasis en la transformación, en el hecho de que somos seres en permanente transformación y con capacidad de participar en los procesos de transformación de lo que somos parte.
La producción intelectual, lo que es la oferta de estructura discursiva al mundo, es lo más importante para nosotros. Pero una vez que articulamos este discurso, y que es la principal característica nuestra, el defender la perspectiva de la transformación nos lleva necesariamente a entender que no podemos quedarnos solamente a nivel discursivo, a nivel teórico, a nivel conceptual, y que tenemos que participar en el desarrollo de procesos de transformación concretos.
Y los tres sistemas con los que nos hemos comprometido son empresas, educación y Estado, y eso da cuenta de la estructura del quehacer nuestro, discurso primero, compromiso con transformaciones concretas en dos ámbitos, individual, la disciplina del coaching ontológico, sistémico-institucional, empresa, educación y Estado, donde frente a cada uno de ellos hemos desarrollado ontologías regionales, miradas ontológicas del quehacer empresarial, del quehacer educativo, y del quehacer de gestión pública.
En primer lugar, el dominio de la ética es un dominio que requiere ser articulado. Tengo un libro que se llama Ética y Coaching Ontológico.
Cuando formamos coaches, les insistimos desde el comienzo -en los dos programas de formación básica, el ABC y el Avanzado- a ustedes no los vamos a certificar sólo en función de competencias, los vamos a certificar también en función de cómo operan en el espacio ético que desde esta escuela se plantea y se defiende porque no queremos que vayan con un certificado nuestro, diciendo que son coaches ontológicos haciendo cosas que son contrarias a nuestra ética, esa es una segunda forma.
Eso es un criterio de certificación. Y cuando certificamos a nuestros alumnos los evaluamos en una lista de competencias, pero también los evaluamos en el domino de la ética que descansa en el respeto, en la positividad, en la confianza, en la humildad del coach de su práctica.
Y en tercer lugar, no basta con articular discursivamente lo que es el desafío ético que encaramos. Escuelas y asociaciones de coaching ontológico que hagan de guardianes de la disciplina, que revisen, que examinen eventuales abusos, que consideren eventuales denuncias que se pueden hacer, que esté haciéndose cargo de la profesión sacando la maleza y garantizando la identidad y el posicionamiento que el coaching ontológico tenga del mundo, y donde si hay alguien que siente que esta disciplina fue usada en forma éticamente cuestionable, tenga a dónde acudir, que se examine el caso, que se escuche al afectado, que se escuche a la eventual persona que participó en eso y que se tomen determinaciones, y por tanto, haya una regulación ética de la profesión, y por eso es que la parte institucional nos interesa mucho.
Pero hay otra dimensión, que es mucho más profunda y que, para nosotros, quizás es la más importante, que tiene que ver con por qué el coaching ontológico es necesario. Y la respuesta es, si alguien me pregunta para qué sirve hoy en día el coaching ontológico, yo te digo, el coaching ontológico surge desde nuestra perspectiva porque consideramos que la humanidad enfrenta desde hace ya bastante más de un siglo una profunda crisis que no siempre se le identifica, una crisis que justamente se encuentra en el dominio de la ética.
Desde hace más de un siglo hemos entrado en la humanidad en una crisis muy profunda, una crisis donde nos pasa frecuentemente que le perdemos sentido a la vida. El ser humano tiene una particularidad frente a todo el resto de los seres vivos, tenemos que ser capaces de reproducir un juicio, el juicio de que mi vida tiene sentido. Cuando yo pierdo ese juicio, mi vida se ve amenazada, entra en riesgo y a menos que recupere la capacidad de reproducir ese juicio me encuentro una pendiente que perfectamente puede conducirme al suicidio, yo no puedo vivir manteniendo en el tiempo el juicio del sinsentido de la vida. Y esa situación se ha acrecentado de forma insólita durante los últimos 130, 140, 150 años.
Y como tiene tanto tiempo, no nos damos cuenta que antes no existía con la profundidad que tiene ahora y que nos encontramos todos en una o en otra forma enfrentados al sinsentido de la vida, enfrentados al abismo, enfrentados a la sensación de que el vacío nos está carcomiendo.
Y el coaching ontológico surge consciente de esta crisis para ayudar a la gente a que recupere su propio sentido de vida, lo que hace la práctica de coaching ontológico, no es sino una suerte de fenomenología asistida, ayuda al coachee a encontrar su propio sentido de vida y a ayudarlo a recomponer las relaciones que no ha sido capaz de preservar y de desarrollar, a desarrollar modalidades de convivencia que incrementen su sentido de vida, a diseñar proyectos de transformación durante su existencia, tanto de sí mismo como de su entorno que le generen sentidos de vida, a desarrollar formas de espiritualidad consistentes con el mundo de hoy.
El sistema se transforma, transformando individuos que se comprometan con la transformación del sistema, pero también se puede transformar modificando las estructuras en las que estamos, que afectan a los individuos.
Un individuo que logra transformar su forma de mirar el mundo, que logra darse cuenta de las trabas que tenía que le impedían generar sentido y que comprometía sus relaciones personales más importantes, se convierte automáticamente en un agente de cambio.
Hablando de las empresas, ha habido un cambio significativo en los procesos de producción Nosotros sostenemos que es fundamental comprender que hoy en día desde hace ya más de 40 años ha habido una transformación profunda en el carácter del trabajo.
Estamos todavía atrapados en un modelo de gestión que se hace a partir de la resolución que Frederick Winslow Taylor le da al problema del trabajo manual, que es exactamente el que tú describías antes, el trabajador en la línea de ensamblaje, un trabajador que no requería un nivel de calificación sino mínimo. Ese trabajo ya no existe, en la década de los setenta surge un tipo de trabajo radicalmente distinto, que es el trabajo de conocimiento.
Creemos que sí, cuando tú a ese jefe le muestras que puedes duplicar, triplicar, cuadriplicar y que va a ser un resultado que va a hacer él y que tenemos un camino para llevarlo, fundado en el respeto, que vamos a desarrollar en él las competencias que le hacen falta, pero que tenemos que asumir un compromiso de aprendizaje importante, pero que va a tener un cambio que lo va a dejar muy satisfecho.
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Núm. 24 Junio 2014
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